domingo, 29 de noviembre de 2009

Nueve años después, más o menos lo mismo...

No busco escribir palabras conexas, sólo nada, no, mejor, no nada, sino una cosa extraña que está entre algo y nada.
Es violencia contenida, pero no. Sigo pensando en el viejo con el saco raído que me espera a la vuelta de la vida, en Clemente diciéndome a mí mismo que no corra, que lo mejor para este tipo de circunstancias es la fe en lo irracional y un tecito de ruda macho.
No hay fantasías reales, menos perdurables. Cualquier construcción ficticia no trasciende su propia ficcionalidad; esta porquería de ensayo de supervivencia no sólo liquida la eventual supervivencia, liquida la vida y cualquier resabio de ser en sí (mí) mismo, es una patética miseria… tarde o temprano tendré que entrar en los abismos y salir de ellos siendo sólo un viejo de mierda con un saco apoliyado y nada más, solo y más solo que un perro sarnoso en el día previo a su defunción. Pero no es ese acaso el destino de todos nosotros, pobrecitos mortales, destino que evitamos sistemáticamente creyendo que hay otros del otro lado que son una mano extendida pero que en realidad son seres tan o más desesperados que nosotros?
No encuentro cobijo más que en el llanto de los que lloran y dolan de la misma manera que yo, quizás con más arte y originalidad pero en esencia de la misma manera. Es complicado seguir adelante cuando hace tiempo en tu camino debería haberse cruzado un final autoimpuesto.
Ok, supongamos que uno crea una ficción de supervivencia relativamente sustentable, en la que el ser se transforma, se trastorna, pero el fondo de un sábado etílico aún permite encontrar espacio para lo realmente esencial. Para qué, cuál es el sentido de todo el delirio ridículo? Para qué hacer toda la pantomima? El fundamento como tal no existe; quizás siendo más lúcido, quizás viviendo a través de un Nietzsche, o mejor de un Hegel, uno hubiese podido tener aspiraciones a superar el ahogo. Pero en estas condiciones cuasi primigenias, qué resto queda? Alguna vez lo escribí y lo repito: peor que ser ignaro y no tener interés en no serlo es ser consciente de tu pobre naturaleza, pretender superarla y darte cuenta de que con los recursos que contás es imposible y no podés más que penar tu angustia y reconocer que nada de lo que puedas hacer te permitirá superarla.
Algún día debería intentar reconciliarme con el que soy, independientemente de figuras externas y títulos. Debería volver a irme al culo del mundo, a la Antártida o similar, con el plato de comida seguro y todo el tiempo del mundo para intentar pensar un rato en paz, sin ruido que permita esquivarle el bulto al asunto.
Aquí no hay decoraciones ni intentos estéticos, patéticos, de ningún tipo. Simplemente me encuentro con el que quiere entender algo pero se da cuenta de que no tiene los medios para entender absolutamente nada y que sabe que tarde o temprano se va a cansar de jugar a vivir una ficción insustentable y que también se va a cansar de intentar entender lo que por derecho natural no tiene permitido comprender.
Lo bueno de estar liberado de la forma es que el contenido no queda contenido a lo que una forma le permite ser. Escribir como se vomita, sin necesidad de crear personajes ni demás excentricidades para decir lo que uno siente o necesita decir es, de alguna manera, una experiencia liberadora atemporal. Supongo que todo lo demás surge por una necesidad narcisista difícil de disimular; esto es un asco, es patético, con lo cual me aseguro que a nadie le va a gustar y, justamente por eso, me permito escribir de la manera más estúpida y asquerosa que quiero o me sale sin ningún tipo de delimitación. No hay forma, no hay canción ni rima ni métrica ni argumento ni tres carajos: este dolor insoportable que me acompaña básicamente desde que tengo uso de razón sólo pide salir por algún lado, y supongo que la mejor manera para darle forma es la manera informe: total, soy un paria, un lamentable despojo de mercenario intelectual que tiene que refugiarse en sus escasos minutos de sinceridad como para poder ser él mismo. Ja, en realidad no hay dibujo ni novela esperándome: lo único que me espera es un vómito irrefrenable, no hay un teorema literario ni una venerable excursión surrealista a los abismos de la locura: hay, únicamente, un vómito an-ideológico, una expulsión repulsiva hija de la antagonía entre mi… coso, y el disfraz, el superviviente.
Prometeo encadenado…? Nah… más bien una especie de Ulises enterrado en un fango mierdoso, cagado por él mismo, una ciénaga chupóptera que no deja ni salir ni respirar, que asfixia incluso hasta la sinacsis más vásica.
Cada vez que mira el humo de una taza de agua caliente se pregunta cuál es la correlación entre esas volutas que se encierran en sí mismas hasta límites infinitesimales y la respuesta a la pregunta. Alguna vez recordó haber ensoñado ser el verdugo de un universo, recuerda el placer de sentir la hoja metálica humeando sangre ajena y el sabor del odio encarnado. Supo qué fue el querer destruirse a sí mismo por no poder tolerar la idea de haber sido el mayor hijo de puta existente. Demasiadas imágenes simultáneas asaltan la vista y nublan la causalidad. Todo se desenvuelve en una simultaneidad en realidad comprensible, en cierto plano, ese en el que el raciocinio habitual es más traba que aliado.

1 comentario:

  1. No dejes de escribir, no dejes de escribir. Aunque nueve años después sea más o menos lo mismo.
    Hay algo más bien elicoidal y no circular en todo esto.

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